Mapuche
Distintas hipótesis se han propuesto acerca de los orígenes del pueblo mapuche. En líneas generales, existe cierto consenso en afirmar que hacia el año 500 d.C. los antecesores de este pueblo se establecieron en la región de los lagos precordilleranos del valle central de lo que hoy constituye el territorio chileno. Estas poblaciones se extendieron por el sur hasta el río Maullín, y por el oeste probablemente hayan llegado hasta el centro y norte de la actual provincia de Neuquén, Argentina. Los pueblos que habitaban a ambos lados de la cordillera se relacionaban a través de circuitos informales de circulación de bienes. Es decir, que la penetración de estas poblaciones hacia nuestro actual territorio habría comenzado en tiempos prehispánicos, aunque de manera esporádica y por partidas conformadas por grupos pequeños.
A partir del siglo XVII se produce un aumento en la migración de estas poblaciones al actual territorio argentino. Este es el resultado, por un lado, de la persecución por parte de los españoles y, por otro, de la atracción que produjo la introducción de especies de ganadería de origen europeo (primero el caballo y luego el ganado ovino y bovino). Esta tendencia, que comienza en el siglo XVII y se profundiza en el XVIII, provocó una formidable revolución cultural que impactó en la dinámica de los grupos indígenas ubicados a ambos lados de la cordillera. Como resultado de estos contactos se incorporaron productos europeos y se acentuó la dependencia y articulación tanto de los grupos indígenas y los europeos como de las poblaciones indígenas de las Pampas (que eran cazadores nómades que por aquel entonces estaban en pleno proceso de transformación cultural empujados por la apropiación de los caballos tomados a los conquistadores españoles y por lo tanto eran fuente de riqueza ganadera) y aquellas asentadas en el actual territorio chileno (que eran fuente de manufactura de distintos bienes). Este intercambio involucró a distintos pueblos y parcialidades (mapuches, pampas, pehuenches, tehuelches, etc.) que participaron en dicho proceso. El resultado de este proceso fue un intenso mestizaje entre los pueblos de las pampas y aquellos procedentes del occidente cordillerano que dio como resultado que una serie de elementos y rasgos culturales de origen transcordillerano fueran incorporados gradualmente por las poblaciones pampeanas. Entre estos elementos se destacan los ponchos, las mantas, los tejidos y la lengua mapuche.
A fines del siglo XIX, los estados argentino y chileno ocuparon efectivamente los territorios habitados por los diversos grupos mapuche mediante operaciones militares que fueron denominadas Conquista del Desierto y Pacificación de la Araucanía, respectivamente.
En la actualidad existen numerosas comunidades mapuches en ambos países. En Argentina son el pueblo indígena más cuantioso y se asientan en las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Buenos Aires y La Pampa. El resultado del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas relavado por el INDEC (2010) indica que 205.009 se declaran como pertenecientes o descendientes del pueblo mapuche.
Subsistencia y organización social
Según las distintas características del entorno, las estrategias de vida de los mapuches (cuyo nombre significa gente de la tierra en lengua mapudungún) se basaron en la caza, la recolección, la pesca y una incipiente actividad hortícola de roce y quema, donde cultivaban papas, maíz, ajíes, porotos y otras plantas. Se dedicaron además a la cria de llamas cuya lana utilizaban para vestimenta. Este sistema de vida se vio modificado por el contacto con los europeos.
Su organización social era la familia, las que se reunían en linajes relacionados por varones emparentados y se asentaban en una misma región en la que disponían de un territorio para la agricultura, la recolección y el pastoreo. Vivían en pequeñas aldeas cada una de las cuales estaba a cargo de un cacique o lónko; un conjunto de aldeas constituía una unidad mayor al mando de un toqui o jefe supremo. Esta organización social se modificó con la conquista española debido a los enfrentamientos con el blanco y la incorporación de los malones como recurso de supervivencia.
Religión y cosmovisión
Los mapuches son portadores de una rica y compleja cosmovisión que no desarrollaremos aquí en extenso, pero que puede consultarse en la bibliografía referenciada. Ésta es el resultado de un proceso de mezcla y síntesis de creencias producto de los procesos de evangelización a la que fueron sometidos en el pasado. Para este pueblo lo sagrado es sinónimo de poder y lo profano de carencia (de conflicto, de lucha entre el bien y el mal, de precariedad). Para lograr un acercamiento a lo divino y sagrado, se cultiva la espiritualidad por medio de prácticas colectivas o la realización de rituales individuales, como la indagación de los sueños y las visiones. Otro componente de su concepción de la realidad es que en ella conviven el mundo natural y el sobrenatural; éste último resulta tan real como el primero. La mujer ocupa un importante papel dentro del sistema ritual oficiando como machi, que es una mujer de gran prestigio que oficia como puente entre este mundo y el reino de los dioses y espíritus y oficia como curadora.
Arte y artesanías
Con anterioridad a la conquista española, los mapuche ya eran hábiles orfebres y fabricaban adornos de cobre y tal vez de oro y plata. Con la llegada de los españoles se produjo un mayor acceso a la plata, producto del comercio establecido con los conquistadores y con el tiempo la platería se constituyó en la expresión cultural por excelencia de este pueblo, donde despliegan su universo simbólico.
En relación con el tejido, hasta la llegada de los españoles se utilizaba la lana de llama y de guanaco. Luego del encuentro de las dos civilizaciones se incorporó también la de oveja. La tarea del hilado y tejido es llevada adelante solo por mujeres, y aunque se trata de una tarea cotidiana, implica la elección de colores y diseños que expresan una simbología conocida únicamente por las grandes tejedoras.