Juntes somos micelio
Los hongos tienen un rol muy importante en la vida vegetal. Debajo de la tierra extienden sus hilos -hifas- que crecen a gran velocidad y llegan a asociarse con otras plantas a través de sus raíces. En esa interacción las especies comparten hidratos de carbono, nutrientes y agua.
A través de esa conexión los árboles y plantas logran comunicarse necesidades y potenciales amenazas a lo que la red responde produciendo más nutrientes para compartir y así permitir la subsistencia de todos. Esta es la red micelial o micelio. Es el sistema de comunicación y colaboración más inmenso de todo nuestro mundo.
Desde nuestro simple y cálido lugar en El Palomar, parece que fue hace muy poco, comenzamos a extender nuestros hilos. Rodeando la gran mesa de nuestro taller un grupo de mujeres tejía y cosía con un objetivo común: llevar mantas a los bebés internados en el área de neonatología del Hospital Posadas.
Recuerdo esas lazadas que punto a punto daban color y forma a un abrazo de esperanza. Movido por el deseo de acompañar la felicidad del alta de un bebé que luchó incansable por su vida desde el momento de su nacimiento, el tejido avanzó hasta convertirse en un cobijo que llevó alegría a muchas familias.
Así comenzamos en 2010 nuestra campaña solidaria Todos Somos Abrigo.
En 2011 volvimos a tejer mantas en crochet, dos agujas y en tejido industrial. Cada tallerista sumó a alguna amiga o familiar. Se incorporaron los primeros estudiantes voluntarios de la UNTREF a trabajar en la campaña. Ese año se prepararon las primeras cajas para recolectar donaciones en dos sedes de la Universidad y se convocó a la comunidad a donar ropa. Cada prenda recibida fue revisada, reparada siempre que era necesario, lavada -con la colaboración del lavadero del barrio y en la casa de muchos voluntarios-, luego clasificada y entregada a través de Red Solidaria, Fundación Sí y las damas rosadas del Hospital Posadas.
Luego de algunos años ya teníamos puntos de recolección en todas las sedes de la Universidad: Caseros, El Palomar, Villa Lynch, Palermo, Rectorado Centro.
Seguimos tejiendo y entregando mantas a Neonatología y confeccionando juguetes para fin de año en el mismo Hospital. En 2018 comenzamos vínculos con el comedor Los Chiquis -de Caseros- con la intención de hacer más eficiente la campaña y llegar a la comunidad más cercana a las sedes de recolección. Ampliamos la campaña para poder llevar útiles escolares en el inicio de clases, juguetes para el día del niño y navidad, además de la ropa y abrigo de adultes y niñes.
Cuando en el merendero les niñes comenzaron a asistir sin zapatillas y a escasear los alimentos para la merienda redoblamos la apuesta y convocamos a la comunidad para poder colaborar con esas necesidades específicas.
Durante 2019 sumamos donaciones al Centro Juvenil La Rana para su ropero comunitario.
La comunidad no dejó de crecer para dar ayuda en los momentos más difíciles.
En 2020 las sedes de la Universidad cerradas para recibir donaciones parecían un gran impedimento para desarrollar la campaña. Sin embargo la red se nutrió de nuevas ideas y se actualizó. Las casas de muchos voluntarios se convirtieron en centros de recolección. Atentos a la necesidad de productos de higiene amigos de nuestra campaña realizaron donaciones que permitieron llevar jabón, lavandina y detergente al comedor y al centro Juvenil.
Juntamos ropa, zapatillas, juguetes, útiles escolares, mantas y abrigos. Una red de tejedoras se sumó al armado de mantas, chalecos y gorritos de bebé que nuevamente entregamos en el área de neonatología del Hospital Posadas.
Al ver la solidaridad de nuestra red y entender la problemática logística en tiempos de pandemia comenzamos la difusión de otras iniciativas solidarias en todo el país para que más gente pueda sumar su colaboración sin importar el lugar en el que se encontrara.
A “Tejer la espera” convocamos el año pasado, la espera con esperanza logramos transitar en el duro año que nos tocó vivir.
Y ahora reiniciamos la campaña enriquecidos por los nutrientes que cada uno sumó en la red durante doce años. Doce años que se multiplican exponencialmente en colaboraciones, conexiones, diálogos, ayuda, solidaridad. Una red que se siente bien cuando ve la sonrisa del otro porque entiende que somos parte de lo mismo. Un mismo mundo, un mismo cielo, una misma madre tierra.
Como los hongos creando un micelio donde les otres son la extensión de uno mismo y entonces el acto de brindarse se convierte en la única posibilidad de vivir.