Pensando mis manos
La comunidad científica nos cuenta que cuando el mono se irguió para correr en la sabana (huyendo de los depredadores) tuvo libre sus manos por primera vez mientras andaba. Al tener las manos libres en su caminar pudo tocar de un nuevo modo aquello que lo rodeaba. Pensando en defenderse a él y a su grupo, tomó una piedra o una rama y esgrimió la primera tecnología. Así comienza quizás la historia de la evolución biológica del ser humano, en el instante en que aquella mano crea la primera herramienta.
Unas manos que tocan por primera vez el pasto al mismo tiempo que caminamos, que pueden señalar mientras el cuerpo se desplaza, toman una piedra sin dejar de moverse. Allí estamos observando nuestras manos por primera vez como especie.
Miro ahora mis propias manos. Dedos largos y huesudos, la última falange del índice levemente rotada. La palma parece tener más líneas de las que cualquiera pudiera leer. Múltiples rastros de viejas (y no tanto) quemaduras, cortes y cayos.
Me miro las manos y no puedo dejar de pensar en mi abuela. El mito familiar dice que no tenía huellas digitales porque de tanto trabajo en el campo y luego en el hogar -seguramente por el uso de productos muy abrasivos- se le gastaron. Por eso cuando intentaban tomarle las huellas para el DNI sólo lograban una mancha de tinta. Sus manos estaban llenas de manchas y tenían una artrosis que le había deformado todas las articulaciones de los dedos, por eso no podía ya tejer ni coser aunque sí se pintaba las uñas. Yo la recuerdo siempre pintándose las uñas, largas y rígidas siempre prolijas para darme un mate cuando atravesaba la puerta de su casa.
Cuánta historia portan las manos. Historias personales, familiares, sociales, humanas.
Es muy común usarlas como herramientas, para desarrollar un trabajo, apretar teclas y pasar fotos en un celular. Quizás a veces lo olvidamos pero también permiten ver cosas que nuestros ojos no pueden, expresar aquello que nuestra voz no alcanza, construir puentes donde ningún material se puede emplazar.
¿Y si las miramos con un poco más de detenimiento? ¿Qué nos enseñan de nosotros mismos?
Nuestras manos nos cuentan de dónde venimos, qué cosas hicimos y cuáles no. Nos recuerdan aquellas manos que tomamos y esas otras que nos enseñaron cómo hacer algo o nos ayudaron a lograr un objetivo. También portan el registro de la historia de las luchas y las revoluciones, manos alzadas con el puño cerrado, manos abiertas que chocan contra otra, manos que han firmado declaraciones y manifiestos.
Me parece una bella idea pensar a nuestras manos como el origen y registro de quienes somos. Nuestros orígenes como especie, como personas en la historia familiar, como pueblo en la historia nacional y regional.
Quizás entonces, cuando hayamos observado suficiente nuestras manos y reconectado con todas las otras manos que hicieron posible nuestra existencia en este momento y lugar, podamos pensar también todas aquellas manos que nos faltan sostener para que sea posible seguir aprendiendo, construyendo, queriendo y compartiendo. Creciendo.
Imágenes de manos Abrigadas (Registro fotográfico de Programa Abrigo 2010 a 2012)