El Casol en el diario

En Programa AbRiGo (UNTREF) llevamos adelante El Casol (Parque RAEE Cultivado), un ambicioso proyecto que recupera muchas de las problemáticas que desde hace décadas nos alertan a los gritos (hoy también, pero ya disfónicamente), que el modelo global en el cual vivimos, de competencia y consumo sin fin, hegemónico y hegemonizante, nos llevará irremediablemente a la extinción más anunciada de la historia del planeta (la nuestra desde luego), previo paso, eso sí, por una superposición de catástrofes, dolor y sufrimiento masivo sin precedentes.

Contaminación ambiental, crisis alimentaria, desigualdad de oportunidades, desocupación, dependencia tecnológica, violencia, discriminación, son algunas de las problemáticas que El Casol elige NO ignorar, y en las cuales se involucra con el compromiso sostenido de encontrar nuevas y mejores prácticas que promuevan soluciones accesibles, cercanas, amables, contagiosas.

Desde 2019, a través del trabajo con una primera comunidad, El Casol lidera una serie de actividades que permiten fortalecer los vínculos entre un grupo de jóvenes del Municipio de San Martín, que al ser vecinos comparten un entorno, un espacio común, urbano en este caso.

Mediante talleres y acciones de reflexión y creación sobre tejido, arte, tecnología, reciclado y huerta urbana (que se llevan a cabo en el Centro Juvenil La Rana), El Casol les acerca a este grupo de chicxs un espacio de aprendizaje, creación y reflexión.

En los talleres se enseña y se aprende a tejer, a desarmar y armar, a crear objetos, a cultivar, a reflexionar acerca de deseos, expectativas y necesidades.
Algunas producciones se las llevan los chicxs a sus casas, pero otras pasan a formar parte del espacio que se está recuperando (que forma parte del Centro Juvenil), y de este modo va incorporando juegos, una huerta y mobiliario.

Este espacio es real, y es emblemático. Pero no es solo un espacio físico. Allí se dan muchas clases, se crea en conjunto. Es un espacio vincular, es tiempo para compartir, son muchas preguntas, respuestas e ideas, que a su vez retroalimentan los talleres o que incluso terminan por disolver los límites entre “clase” y “recreo”. No es solo el espacio el que se recupera, sino que nosotros mismos nos recuperamos en la relación con él.

Lo que se siembre en los talleres no son solo vegetales, lo que se teje no son solo prendas, lo que se transforma, reutiliza y recicla no son solo aparatos en desuso, lo que se enseña no son solo certezas, y lo que se aprende no es solo lo que aprende cada unx.

Allí nos pensamos productores-consumidores responsables, creamos en grupo, alternamos roles, colaboramos, nos enseñamos. Sanamos nuestro espacio, y a nosotrxs mismos con él. Investigamos y comprendemos nuestro entorno. Recuperamos saberes ancestrales.  Canalizamos energías, nos inspiramos.

Se trata, ni más ni menos, de torcer el rumbo hacia lo que parecería ser un triste final anunciado, prestando oídos y otros sentidos a lo que nos pasa alrededor, y a cada unx.

Se trata también del desafío de la gestión, de lograr ser un agente de articulación entre el ámbito académico, el municipio, la comunidad, las organizaciones de la sociedad civil y las empresas.

Si aprovechamos la ocasión de la pandemia actual, y miramos alrededor, y hacia adentro nuestro, veremos que todo esto es necesario, imperativo, razonable, lógico, genuino, inevitable. Incluso obvio.

Compartimos en el link un PDF con una nota de Diciembre de 2019 en Clarín, donde compartimos un poco más de  El Casol.

Autxr artículo: 
Bernardo Piñero
Fecha de publicación: 
24/Jun/2020
Revista Mes: 
Junio